En su libro, narrado de forma autobiográfica, VDB relata su experiencia en el ciclismo y, lo más morboso, su relación con el dopaje. Una vez más, el ya mermado mundo del ciclismo se vé salpicado de nuevo por acusaciones de dopaje, algo que en los últimos tiempos se está poniendo de moda.
La confesión de VDB no es más que una patada en el estómago a un maltrecho espectáculo que está pasando de ser cada vez menos deporte para convertirse en polémica. El ‘bueno’ de VDB sigue la estela que en su momento inició Jesús Manzano para golpear de nuevo al deporte de la bicicleta. Además, guiados por sus palabras en las que habla del consumo de sustancias prohibidas, no queda duda de que el dopaje existe y quién sabe, si de forma generalizada.
Aunque lo más duro de todo es que sean los propios ciclistas los que tengan que confesar y, después de todo, se hace difícil dudar de su palabra cuando ellos son los verdaderos protagonistas del tinglado. Ante tanto auge de acusaciones y controversias relacionadas con el dopaje, es inconcebible para la opinión pública que el ciclismo pase por ser un deporte limpio, cuando cada dos por tres se desata algún escándalo y la palabra dopaje aparece cada vez esposada a este deporte.
Desafortunadamente, me huelo que éste no será ni el último ni el peor episodio de los que nos quedan por pasar en la terrible relación ciclismo-dopaje, ya que se ha demostrado que este deporte huele a sustancias prohibidas. No obstante, daré un voto de confianza al resto de ciclistas por creer todavía en la ética deportiva y en el juego limpio, además de en la inocencia de las personas. No me gustaría tener que escribir más acerca de temas sumamente desoladores, pero mientras haya trampas y tramposos, me veré en el deber de hacerlo.
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